Si mi corazón es indigno de amarte por estar lleno de afectos terrenales, cámbiamelo, que en tu mano está el hacerlo. Y luego úneme a mi Dios de tal manera que no pueda separarme de su amor. Esto quieres de mí, que ame a tu Dios; y lo mismo pido de ti, que yo le ame y le ame siempre, que nada más deseo. Amén.
Las glorias de María (San Alfonso María de Ligorio).